jueves, 2 de julio de 2015

Las Mentiras de Zecharia Sitchin 2015 Fraude o visionario - ZECHARIA SITCHIN

Las Mentiras de Zecharia Sitchin 2015   Fraude o visionario





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de Zecharia Sitchin de fraude o charlatáneria 
no tiene fundamento alguno.  El no
falsificó ningún hallazgo arqueologico. No engaño a nadie, pues creía
firmemente en su teoría acerca de los orígenes del ser humano, y la historia de
los albores de la civilización no es, hasta ahora, una ciencia exacta. Zecharia
Sitchin  murió en el 2010, a los noventa
años de edad, rogándole a la comunidad  científica que le hiciera un
examen de ADN a los restos de la reina Puabi, para así corroborar sus teorías.
No importa si se equivocó al interpretar algunas tablillas sumerias, quizás
Nibiru no exista o no esté donde el creyó que estaba, quizás el Enuma Elish sea
una colisión estelar lejos del Sistema Solar, quizás los Anunnaki no eran
extraterrestres sino humanos de una raza desaparecida.

Equivocarse en eso no lo convierte en un fraude.
Son sus teorías, ideas planteadas desde la perspectiva del investigador que se
atreve a desafiar el intolerante monopolio de la verdad.

Mientras los científicos que defienden la teoría
evolucionista siguen buscando al antepasado común de humanos y primates, tratan
de mostrar alguna cadena evolutiva en las proteínas de las secuencias de
aminoácidos de las diferentes especies, enmudecen ante el hecho de que la
probabilidad de que una sola célula viviente surgiera espontáneamente de la
sopa primordial es de 1/1’040,000, o cierran filas cuando alguien descubre
huesos en formaciones geológicas de casi 100’000,000 de antigüedad, Zecharia
Sitchin no tiene vacíos tan significativos en su teoría y tampoco la ha
convertido en un pedazo de plastilina que se moldea según se necesite. Sitchin
plantea que fueron los Anunnaki quienes aportaron la tecnología necesaria para
el sorprendente desarrollo de algunas civilizaciones antiguas como los aztecas,
los mayas, los olmecas, los egipcios y los incas, y quienes universalizaron la
cultura, llevándola de un continente al otro. Esa teoría, que no es exclusiva
de Sitchin pero que él desarrolla como nadie y persigue hasta el final, es una
de las explicaciones más convincentes para enigmas como: los perfectos cortes
de las piedras de Puma Punku en Bolivia, el nivel matemático necesario para
lograr incorporar la circunferencia de la Tierra en las dimensiones de las
pirámides egipcias y mayas, las gigantescas cabezas olmecas con rasgos
africanos encontradas en México, el famoso avión dorado de los Tolima, los
Vimanas o naves voladoras mencionadas en los textos sagrados hindúes de miles
de años de antigüedad, la monstruosa piedra “Hajar el Gouble” en Baalbek con
sus más de 1,500 toneladas, el desplazamiento de bloques de concreto de más de
15 toneladas a las alturas de la fortaleza de Ollantaytambo en Perú, y el
extraordinario cálculo del tiempo de los sacerdotes de la cultura maya, entre
otros enigmas que atormentan a los defensores de la historia convencional. Su
hipótesis sobre los dioses Anunnaki que vienen a nuestro planeta a buscar oro
para fines tecnológicos nos obliga a reflexionar sobre el porque de la obsesión
con el metal dorado de la mayoría de las culturas antiguas.

Zecharia Sitchin fue un incansable buscador de
la verdad que no aceptó la historia convencional como la única verdad. A
Sitchin hay que leerlo con mente abierta, pues si bien algunas de sus premisas
pueden ser equivocadas, su gran legado es el universo de interrogantes que nos
presenta, y que sólo podremos ver, si dejamos de lado las convenciones y por un
momento empezamos a cuestionar en vez de repetir. Sitchin nos devuelve la
capacidad de volver a hacernos las preguntas primigenias. Aquellas que, hace
miles de años atrás, nos hicimos el primer día que decidimos mirar al espacio…

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